Gracias por estar

Hola a todos, gracias por acercarte a mi blog, en el voy volcando un poco lo que me pasa a diario y cosas que voy pensando. Como muchos sueño con algún día escribir un libro o varios, pero por ahora con el tiempo que tengo voy a conformarme con estos pequeños post y espero que les sirvan para repensar algunas cosas o reírse, lo que no es poco.
Soy mama de tres pequeños, trabajo de docente, doy filosofia en el ultimo año de la escuela secundaria y ademas (xq me sobraba tiempo, jajaja) estudio, y ademas tenemos con mi marido un pequeño emprendimiento de platería artesanal, donde mechamos metales y soguería .
Como la mayoría de ustedes me siento culpable mucho tiempo y desconcertada otro tanto en mi papel de madre y trato de hacer todo para que esten bien y muchas veces me dejo influenciar demasiado por los blog de hágalo que es fácil... Bueno espero tenerlos seguido por aqui y si algo les gusta lo pueden comentar o compartir, besos nos leemos...

martes, 8 de noviembre de 2011

Parezco la hija de la pavota, ¡nadie me toma en serio


por Alejandra Stamateas
Romanos 16:20 "Muy pronto el Dios de paz aplastará a Satanás bajo los pies de ustedes."
La hija de la pavota. Esa es una expresión que usamos cuando nos sentimos subestimados por alguien, cuando nos sentimos estafados por alguien. Cómo puede ser, siempre me pasa lo mismo. Parezco la hija de la pavota. Todo el mundo se burla de mi, o no me tiene en cuenta, o lo que digo no vale, etc., etc.
Por ejemplo, llevaste a arreglar un artículo del hogar, te cobraron una fortuna, y encima no te lo arreglaron. Te lo dejaron peor que antes. ¿No dijiste parezco la hija de la pavota? ¿A cuántos le pidieron plata prestada y nunca se la devolvieron? ¿Cuántos terminaron pagando la deuda de otros? Diste, diste, estás siempre presente para todo el mundo y cuando necesitás algo, nadie está. ¿Cuántas tuvieron una idea y vino alguien y se las robó?
Le pregunté a Bernardo: "-¿Alguna vez hice una estupidez en mi vida?" "-¿La de la mañana, la de la tarde o la de la noche?" "-Esta bien, esa es una pregunta que no tenía que hacer."
Siempre en nuestra vida va a aparecer un lobo. Puede ser hombre o mujer. Y va a querer arrebatarte algo. ¿Cuántas hicieron pavadas alguna vez en la vida? Todas. ¿Y cuántas vamos a seguir haciendo pavadas? Todas.
Muchas veces, las mujeres tenemos una vestimenta. Nos ponemos para andar y caminar en la vida una vestimenta. Nos ponemos la caperuza roja y salimos por la vida. La caperucita roja, esta capa, puede ser cualquier identidad que tomes en la vida. Tal vez tomaste la identidad de la pobre mujer, o la identidad de la seductora, que todo hombre que aparece lo tenés que seducir. O tomaste la identidad de la mujer que aguanta todo en la vida, de la mujer fuerte que no necesita de nadie. O tomaste la identidad de la simpática, siempre le tenés que caer bien a todo el mundo, sonreírle a todo el mundo aunque no tengas ganas. O de la ayuda-adicta, que ayudas a toda persona que se te acerca. O de la pobrecita o de la que espera y soporta, espera y espera, todo el mundo le pide y ella sigue esperando. Él es infiel y ella sigue esperando y soportando. Hay una canción de Luis Miguel que dice: "Tú la misma que ayer, la incondicional, la que no espera nada." Una pavota.
Yo espero mucho. No soy pavota.
Venís caminando por el bosque con tu canastita. Y de pronto, te encontrás con el lobo feroz. Siempre hay un lobo feroz. Sea hombre o sea mujer, siempre se te va a enfrentar en la vida un lobo feroz, porque a las pavotas siempre se nos cruzan los lobos feroces.
Y el lobo feroz te empieza a arrebatar cosas de tu vida, que las ganaste con mucho esfuerzo, que las estás llevando en tu vida con mucho esfuerzo. Pero viene el lobo feroz y creés que tenés que ser la incondicional, la que tenés que entregar todo, para que el otro te ame, te quiera, te cuide, no te maltrate y no te haga nada.
Le entregás la canastita. Todo el contenido de tu canastita se lo entregás al lobo feroz. ¿Qué contiene la canastita? Tus dones, tus capacidades, tu talento. Se lo entregás, se lo ponés a disposición: "-Todo mi dinero, lo que he logrado, mi carrera, mis esfuerzos."
¿Qué otra cosa más le entregás? Le entregás información a cualquiera que se te cruce por el camino. En el cuento, el lobo llega antes que Caperucita a la casa de la abuela. ¿Por qué? Porque Caperucita le dijo que iba a la casa de la abuela. Le dio la dirección de  la casa.
Las pavotas damos más información de la que deberíamos dar. Le decís a ese hombre la cuenta que tenés en el banco, la plata que tenés guardada, dónde escondés la llave para entrar a tu casa todas las noches cuando volvés del trabajo, etc., etc. Le diste toda la información posible porque sos pavota.
Otras mujeres pavotas se rinden. Les hablo especialmente a las mujeres que están solas, y que necesitan un hombre. Al lobo no le cuesta nada conquistar. El lobo no tiene que hacer ningún esfuerzo, con decir solo dos palabras que necesitan escuchar estas mujeres, ya está. Con que te diga: "-Qué delgada que sos. Qué joven que estás," ya está. Más no necesitás. Son las palabras que necesitabas escuchar.
Otra de las cosas que hacen las pavotas es creer en lo que ven siempre. Creemos en lo que vemos, y para que no te engañen, tenés que saber que las cosas no son lo que parecen. Y las mujeres, como nos enganchamos mucho con las palabras, muchas veces no investigamos la vida de las personas. Y creemos a lo que vemos siempre.
¿Qué tenemos que hacer? Te voy a dar una técnica. Se llama la técnica del rascado. ¿Qué es rascar? Voy a mirar un poco más allá, voy a investigar. ¿Qué pasa cuando rasqueteás una pared? Te das cuenta que detrás hay humedad. A simple vista, ves la casa, parece pintada, parece hermosa, pero si rasqueteás un poquito, tal vez veas que detrás hay humedad, que fue tapada. Eso es lo que tenemos que hacer con la gente. Rascar un poquito más, averiguar un poquito más,  preguntar un poquito más, buscar información. Hoy hay mil maneras de buscar información de la gente.
No te tenés que quedar con lo que la gente te dice. Porque el problema que tenemos las pavotas es que creemos en lo que vemos y no preguntamos. Entonces, cualquiera viene y nos dice algo y enseguida le creemos, porque ¿por qué vamos a dudar de alguien?
Si total estamos tan entregadas, si vamos con nuestra canastita, porque nuestra mamá nos dijo que teníamos que buscar un hombre para casarnos, porque sino, no éramos nadie, y con esa información que nos dio nuestra mamá estamos tan seguras que vamos a conseguir un buen hombre para casarnos, y que vamos a conseguir un buen socio para ese negocio, que vamos a conseguir una buena amiga para caminar juntas por la vida. Entonces, no preguntamos y no rascamos. Tengo que aprender la técnica del rascado.
Los seres humanos somos un tanto vagos cognitivamente. No nos gusta mucho pensar demasiado las cosas. No nos gusta aprender algo. Nos quedamos con lo que ya hemos aprendido. Somos vagos cognitivamente. Cuando aprendimos algo, decimos: "Ya está." Y eso nos hace ser más pavotes todavía, porque creemos que nos sabemos todo. Creemos que ya sabemos todo de la vida porque tenemos 30, 40, 50, 60, 70 años, porque hemos pasado dos o tres experiencias en la vida, ya creemos que tenemos todo sabido. Y como somos vagos, no queremos aprender algo nuevo.
Y entonces, cuando viene un problema, lo resolvemos como ya lo resolvíamos antes. Cuando viene una situación difícil, actuamos de acuerdo al prejuicio. Decimos: "Mejor esto no, por tal cosa." O sea, que no queremos aprender algo nuevo y reaccionamos, resolvemos compulsivamente nuestros problemas, en lugar de investigar, en lugar de sentarnos a pensar.
Ese problema que hoy tenés, ¿cómo lo estás resolviendo? ¿No habrá otra manera de resolverlo? ¿No habrá otra persona a quien le puedas preguntar? ¿Siempre vas a la misma, siempre golpeás la misma puerta, siempre usás la misma llave? ¿No me puedo sentar un rato, aunque sea, y tomarme tiempo para pensar en otras posibilidades para resolver ese conflicto o esas crisis?
No tengo que ser vaga. Tenés que buscar nuevas maneras de resolver los problemas, porque sino vas a terminar resolviendo los problemas a lo pavote. Y no tenés que ser pavota. Tenés que ser inteligente en Dios.
Entonces, aprendé a rascar. Mi papá era zapatero. Hacía zapatos con cuero. No se trabajaba el plástico en ese tiempo. Él estaba tan adiestrado que con sólo oler identificaba si era cuero o plástico. Cuando íbamos a algún lugar y nos gustaba un par de zapatos, el que entraba era mi papá y tomaba el zapato, y lo olía.
A nosotros nos daba una vergüenza bárbara, porque entraba mi papá, que era altísimo y agarraba el zapato y lo empezaba a oler. "-Ay, papá, por favor, no hagas eso otra vez." Y le sacaba lo de adentro, la plantilla pegada, se la despegaba. Y nosotros peor todavía, porque le destruía el zapato.
Y entonces él lo olía, se fijaba y decía: "-Este sí porque es de cuero." "-Este no, porque no sirve." Él estaba adiestrado porque rascaba. "-Sí, llevate este zapato de cuero legítimo." Y nosotros podríamos comprar cualquier cosa, pero a mi papá nadie lo engañaba, porque él estaba adiestrado. Él con oler el cuero sabía si era cuero legítimo o no.
Y nosotros tenemos que estar adiestrados, tenemos que rascar más, investigar más, buscar más, porque a veces nos creemos cualquier cosa, porque nos enseñaron a lo pavote, nos enseñaron que teníamos que creerle a todo el mundo, que cómo iba a preguntar un poquito más, cómo iba a averiguar, cómo iba a investigar. Hoy tenés que averiguar todo, te googleás a la gente y te averiguás todo, que nadie te mienta.
No soy pavota. Otra de las cosas que hace la gente que es pavota es pasar  tiempo con gente que no la aprecia. ¿Qué gente no te aprecia? Quiero que hagas una evaluación, porque estas evaluaciones hay que hacerlas constantemente, para poder limpiar alrededor de nuestra vida, y ver quienes nos acompañan.
La gente que te rodea, ¿es gente que te devalúa? ¿Es gente que siempre te está exigiendo algo que sentís que no podés? ¿Es gente que todo el tiempo te está ninguneando? ¿Es gente que te desprecia? ¿Es gente que te trae el pasado todo el tiempo para reprochártelo en la cara? ¿Es gente que te anula? ¿Es gente que te dice que no lo vas a lograr?
¿Qué gente te rodea a diario? Fijate con quién compartís tu vida, porque tu vida es tu tesoro y no podés compartir tu vida con cualquiera. No podés aceptar palabras de cualquiera por más que digas que no te afectan. Te afectan sí o sí, porque vivir tanto tiempo con una persona que te desprecia, que te ningunea, que te baja la estima, te termina afectando sí o sí.
Entonces, ¿cuál es la gente que te rodea? Porque si seguís estando con gente que te desprecia, sos una pavota. La pavota le entrega su voz a otro. Asume que es el otro el que le puede ayudar a solucionar sus problemas, que es el otro el que tiene recursos para que ella resuelva todos sus dramas.
La pavota pone la expectativa en el otro. Es esa persona que me va a dar trabajo, que me va a ayudar a llegar a otra, que me va a dar mi sustento, es esa persona médica que me va a sanar. Si voy a ese lugar, me van a dar la solución. Si me voy a otro país, ahí voy a estar bien.
¿Qué es la voz? La voz es tu singularidad, la voz sos vos. Tu voz te representa. La gente te conoce por la voz. Si te han escuchado, ya te conocen. Te llaman o llamás a alguien, y lo reconocés por la voz. Porque la voz sos vos. Es tu singularidad.
Entonces, no podés regalarle a nadie lo que sos. No podés poner en otro tu voz, porque sos única, y las cosas que decidís, y que hacés, las hacés de manera única. Cuando le entregás tu voz a otra persona, y creés más en la otra persona que en vos, ahí perdiste. Y terminás siendo una pavota, porque terminás dándoles tu vida a los demás, y los demás, como no es la vida de ellos, no la cuidan como la tendrías que cuidar. Y entonces te terminan pisoteando.
No le entregues tu voz a nadie. Tu voz es tu manera única de resolver tus problemas. Tal vez no los resuelvas como el otro, pero tenés una manera de resolverlos. Tal vez estás esperando tener la respuesta correcta para resolver la crisis que hoy tenés, y querés preguntarle a uno, al otro y al otro. Y tenés una manera singular de resolver y enfrentar las situaciones de tu vida. No es como el otro, porque el otro lo va a hacer a su manera, y tenés que creer en vos.
Tenés que creer en tu manera de llevar tu vida adelante. Tenés que creer en tu manera de resolver los problemas y los conflictos. Tenés que creer en la manera en que educás a tus hijos. Tenés que creerlo. No es el otro, es tu voz, es tu singularidad, porque Dios te hizo único en este mundo y quiere que manifiestes tu singularidad. No que vivas copiando a los demás.
Entonces, una persona pavota es una persona que está esperando que otro le resuelva el conflicto, que le dé la idea creativa, que le diga cómo moverse, que le diga cómo cancelar una deuda. Y tenés que saber que tenés inteligencia suficiente para resolver todos tus conflictos.
Tal vez callaste mucho tiempo tu voz, porque siempre pensaste que los otros eran mejores, que las ideas, las soluciones de los demás eran mejores que las tuyas. Entonces, entregaste tu voz.
Ayer hablaba con una mujer, y me decía: "-¿Sabés qué pasa, Alejandra? Ya tuve varias parejas. Tuve cuatro parejas. Y esta última me dijo: 'Te amo mucho, pero estoy saliendo con una mujer más joven que vos.'" Y le dijo: "-¿Me amás mucho pero estás saliendo con otra mujer?" "-Sí. ¿Sabés por qué? Porque esta otra mujer es más joven y es menos complicada. Sos muy complicada. Y no quiero problemas." Es la típica de todos los hombres, no quieren problemas. ¿Querés estar bien con un hombre? No seas problemática.
Ella me decía: "-Qué bárbaro. Esa chica joven, ¿qué hace? Vive de él, le compra cosas, la lleva de viaje, pero yo no quiero eso. Quiero una relación. No quiero algo pasajero. Quiero una relación profunda. Tengo metas. Tengo sueños. Tengo proyectos. Se los quiero compartir y no me quiere escuchar. Entonces me dice que soy complicada. Pero ¿por qué? Porque le estoy contando cómo va a funcionar mi vida y hacia dónde quiero llegar. En cambio, la otra, que es una pavota, ¿qué hace? Mientras la lleve de viaje, mientras salgan un fin de semana, mientras la lleve a comer a los mejores lugares, ya está, no le va a complicar la vida." Y este hombre prefiere estar con la pavota que con la otra que tiene proyectos y sueños.
Seguí con tus sueños y proyectos y vas a ver que se va a acercar a vos, no un pavote, sino un hombre que también tenga sueños y proyectos y que quieran compartir tu singularidad y la singularidad de él.
No tengo que ser pavota. ¿Qué tengo que llevar siempre en mi canastita para no ser una pavota? Dos ingredientes que nunca te tienen que faltar: fe y fuerza. Dice la palabra de Dios que el justo por la fe vivirá. Vivirá bien, prosperado,  sanado, en paz, con alegría, en sanidad, porque el justo por la fe vivirá. Para dejar de ser una pavota necesitás ser una persona de fe.
Fe es inteligencia espiritual. Hoy que se habla tanto de espiritualidad y nadie entiende lo que es, si querés ser una persona espiritual, tenés que ser una persona de fe, porque la fe es ser inteligente espiritualmente. Podés no haber estudiado, podés haberte equivocado muchas veces en la vida, puede ser que no sepas leer y escribir, puede ser que intelectualmente seas fantástica, pero tenés que usar la inteligencia espiritual que es la fe, que te va a llevar a conquistar todo lo que querés conquistar, porque la fe es una fuerza sobrenatural que viene  a tu vida. Es una creencia que va más allá de lo que estás viendo hoy, que te saca de ser una tonta, una pavota, y te lleva a ser una persona espiritualmente inteligente, que lo que no ve, sabe que va a ocurrir en su vida.
Una mujer o un varón de fe son personas que tienen un convencimiento absoluto de que lo que quieren, lo van a lograr. Y eso no te lo puede dar ninguna inteligencia que tengas, nadie te puede capacitar en eso. Eso es algo que tenés adentro. Es la fe. Y tenés que pedirle a Dios que te ayude a sacar la inteligencia espiritual, porque con inteligencia espiritual podés resolver cualquier problema, cualquier asunto, y podés conquistar todo lo que hay dentro tuyo, porque la fe es una fuerza que te ayuda a moverte en la vida.
Podes decir: "-No sé, no estudié, a veces se me burlan, me equivoqué tanto, tantos me engañaron." Porque todavía no soltaste la inteligencia espiritual, porque todavía no soltaste la fe. La fe te dice: "-No tengo pareja, pero la voy a tener. No me voy a acostar con cualquiera. No voy a decirle a cualquier lobito mi información personal. No voy a creerle a cualquier persona, porque voy a investigar, porque tengo fe. Y sé que lo que quiero, va a venir, y va a venir como lo quiero, como me gusta, y nadie va a venir a robarme nada, porque a mi todo me pertenece, porque soy una persona de fe. Y la fe es el convencimiento absoluto que lo que quiero está a punto de venir."
Fe. Fuerza para ir detrás de lo que te sacaron en la vida. ¿Fuiste una pavota? Ahora tenés que tener fuerza para ir a recuperar y arrebatar lo que alguna vez te sacaron por pavota. Porque a todos nos sacaron algo por pavotes. Entonces, ahora tenés que tener fe y decir: "Yo sé donde voy. Tengo fuerza. Le creo a Dios, porque mi fe no está basada en cualquier tontería. Mi fe está basada en la persona de Jesucristo, y a mí Jesús no me va a dejar sola y no me ha mentido, pero también me voy a tomar de la fuerza, y voy a ir a recuperar lo que perdí por pavota." ¿Qué perdiste por pavota? ¿Perdiste la confianza en vos?
Hoy hablaba a la mañana con una persona que me decía. "-Conozco a tal persona, una persona tan alegre, tan divertida, ¿sabés que perdió todo eso? Le pasaron tantas cosas que ya no se ríe más. Antes era graciosa, contaba chistes, ahora ya nada. Tiene una vida aburrida."
¿Hay algo que perdiste por pavote? ¿Por tomar decisiones impulsivas? ¿Por no ser una persona de fe, que va adelante, que cree, que sabe que Jesús está con él? ¿Hay cosas que perdiste? Tenés que tomarte de la fuerza para recuperarlas.
Me acuerdo que cuando estaba en segundo o tercer grado, estaba con la maestra llamada Loreley. Y un día teníamos que entregar un trabajo en el cuaderno. Y a mi, mi mamá me había ayudado a hacer ese trabajo. Había pegado figuritas, y al lado había que escribir una oración. Ese trabajo me había costado mucho, había que ser muy prolija, y soy un desastre en todo lo que sea manualidades. Era como cocinar para mí, una cosa del otro mundo.
Ese trabajo lo hice con mucha prolijidad, había escrito cada oración y cuando la maestra empieza a revisar los cuadernos, llega a mi banco, ve y me dice: "-No, está mal hecho", y pone la mano para arrancarme las hojas del cuaderno. Y me acuerdo que en ese momento le agarré la mano fuerte con mis dos manos y le dije: "-¡No!"
Era de las que lloraba toda mi vida. Mi abuelo siempre me decía. "-Yo te llevaría al cielo conmigo," cuando estaba viejito, "pero no te van a dejar entrar porque llorás." Lloraba por todo. Se me hacía un nudo en la garganta por todo. Todo llanto.
En ese momento algo pasó dentro mío, porque no lloré, y podría haber llorado, porque estaba arrancando algo. Pero me di cuenta que me estaba arrancando algo que yo había hecho con mucho esfuerzo. No era que me había retado por algo, quería arrancarme, sacarme algo que había hecho con mucho esfuerzo, y eso me hizo reaccionar. No es que me puse a llorar, porque en otro momento lo hubiese hecho. Eso era algo que yo había hecho, y que mi mamá me había ayudado a hacer. Sabía que me pertenecía el esfuerzo y el tiempo que había usado para hacerlo, que era mío y que no podía venir alguien a arrebatármelo.
Y tenés que tener fuerza, porque hay alguien que siempre te quiere arrebatar lo que hacés y lográs con esfuerzo y no tenés que permitirlo. No te quedes en un rincón llorando. Andá y arrebatá lo que hiciste con esfuerzo, lo que te pertenece, lo que es tu territorio, lo que es tuyo. Nadie tiene derecho a llevárselo.
Y el Dios de paz aplastará en breve a Satanás bajo vuestros pies. No dice bajo los pies de Dios. Hay algo que tenemos que hacer. En la antigüedad, cuando se conquistaba al rey enemigo, se lo tiraba al piso y se le ponía la pierna en el cuello como señal de victoria. Y eso dice Dios, se van a mover, va a ser con mi fuerza, pero tienen que hacer algo, porque el enemigo tiene que quedar debajo de sus pies.
Hay algo que el enemigo te arrebató y tenés que ir a buscarlo. No tenés que permitir que te roben nada más, porque hay cosas que tienen tu nombre, que perdiste a lo largo de la vida, por ser un pavote, por ser una pavota, por creerle a todo el mundo, por no investigar, por darle atención a media humanidad, y Dios te dice, si querés ver a tu enemigo debajo de tus pies, andá y arrebatá lo que es tuyo.
¿Qué pasó con tu pareja? ¿Qué pasó con tu familia? ¿Qué está pasando con tus hijos? ¿Qué está pasando con tu casa? ¿Qué está pasando con tu economía? ¿Qué está pasando con tu ministerio? ¿Qué está pasando? ¿El enemigo te arrebató algo en todas esas áreas? ¿Qué está pasando con tu cuerpo?
Ayer le hice una nota a Alicia Zanca, y ella me dice: "-Nacieron mis hijos con síndrome de Down, y estaba todo el día tirada en el piso con ellos, jugando todo el tiempo, tratando de estimularlos. Y un día me levanté de esa alfombra, me miré al espejo, y no podía creer que esa era yo. Me había olvidado de mirarme. Estaba vieja, gorda, fea. Me había olvidado de mirarme. Estaba tan abajo. Se ve que mis ojos siempre estaban abajo. No me podía mirar y cuando miré y reconocí que era yo, empecé a hacer algo, empecé a moverme." Porque se dio cuenta que algo le estaba faltando. "-Me olvidé de ser mujer. Fui esposa, fui mamá. Me olvidé de ser mujer, hasta que me di cuenta."
¿Qué es lo que te arrebató el enemigo en tu vida? ¿Qué es lo que quedó a un costado? Tenés que ir y arrebatárselo. Con el enemigo no podés negociar. Y venís negociando hace muchos años con el enemigo. Venís negociando porque en lugar de tomar toda la bendición de Dios, te conformaste con poquita bendición, con tal de que el enemigo no te tocara ciertas cosas.
"-Gracias a Dios mis hijos están bien." Sí, pero falta la casa. "-Pero bueno, mis hijos están bien conmigo." "-Gracias a Dios no tengo ninguna enfermedad." Sí, pero tenés un gran problema con tu pareja. "-Pero no estoy enferma. Mientras el enemigo no me toque el cuerpo..." Con el enemigo no se negocia. Los dos no pueden ganar. O gana él o ganás vos. Pero quiero darte una buena noticia, la palabra de Dios dice que él ya está vencido, que es un perdedor. O sea, que la única que tiene que ganar sos vos.
Fe, fuerza. Los violentos arrebatan el reino. Tenés que ser violenta. Dejá de ser pasiva y pavota en la vida. Tenés que ser violenta. Tenés que levantarte y tomar lo que el enemigo te robó. Tenés que levantarte y conquistar tu terreno.
Tenemos un campo de autoridad. No tenés autoridad por estar acá arriba hablando. Tenemos un campo de autoridad. Y el campo de autoridad donde mandamos, donde dominamos, donde administramos, es nuestra vida, es nuestro cuerpo, es la casa, es el territorio, es nuestra familia, y ahí tenemos autoridad para decirle al enemigo que no puede tocar nada de lo nuestro, porque ahí ejercemos autoridad, porque quiero decirte que vas a dejar de ser la hija de la pavota, porque sos la hija del rey.
Quiero que tomes coraje, tenés que ser una persona de fe y de fuerza. No sos ningún debilucho, no sos ninguna debilucha. Vas a ir y vas a arrebatar todo lo que el enemigo te robó, y vas a ir a meterte en los lugares donde hace años querés ir a meterte, pero te parece algo difícil. Lo vas a ir a hacer con fe y lo vas a arrebatar.
¡No te dejes arrebatar nada más en la vida! Tenés fe y tenés fuerza, no sos más la hija de la pavota, sos la hija del gran rey. Arrebatá, arrebatá, arrebatá todo lo que te pertenece y que la vida te quitó y el enemigo te vino a robar. Arrebatalo en el nombre de Jesús.
Cuántas cosas que nos arrebataron, cuánta alegría, cuánta fuerza, cuánta energía, cuántas cosas sin terminar que tenemos en nuestra vida, cuántos deseos inconclusos, cuántos sueños que quedaron en el camino, cuántas cosas. 
Ibas con la canastita y la entregaste al primer lobo que apareció. Y ya estás acostumbrada a ser la hija de la pavota, entonces ya lo decís. Y que te peguen de un lado y que te peguen del otro. Y te siguen robando. Y no tenés por qué vivir de esa manera.
A Dios no le interesa que vivas de esa manera. Te robaron la salud, y te la aguantás. ¿Lo soportás o vas a ir a arrebatar tu salud y traerla a tu cuerpo otra vez? Te robaron tu familia y te lo aguantaste, porque negociaste. Andá a buscarla. Andá a buscar tu familia, la familia que querés formar. Andá y buscala. Yo sé que voy a formar una buena familia. No habrá sido con la anterior, pero ahora no soy ninguna pavota, soy la hija del rey y voy a elegir lo mejor para mi vida. Tenés fuerza, arrebatá.
Siempre en todo, para que haya un después, tiene que haber un antes. En la televisión podemos ver el antes y el después de una mujer que le arreglaron el pelo, la maquillaron. Para que haya un después, tiene que haber un antes. Tu antes fue ser la hija de la pavota, o el hijo de la pavota. Pero tu después es entender que tenés que ir a conquistar con fe y con fuerza el terreno que Dios te regaló, la herencia que Dios te dio, porque tu después es, soy la hija del rey, soy el hijo del rey.
¿Qué tenés que arrebatar? ¿Qué se te fue de las manos? ¿La alegría? ¿No te sentís una persona bella, hermosa? ¿No te sentís alegre? Lo peor que te pueden sacar es la alegría, el gozo, porque la alegría y el gozo es tu fuerza. Te levantás a la mañana con tristeza, ¿cómo hacés para estar todo el día? Pero si te levantás bien, el día se ve diferente aunque llueva. Y si te arrebataron eso, por las experiencias duras, tenés que ir a buscarlo.
Pero ya estoy sola, ¿a esta edad quién me va a querer a mí? ¿Quién te va a querer? ¿Por qué no vas a arrebatar eso?
¿O alguien te robó el amor? ¿O alguien te robó la habilidad interna que tenés? ¿O alguien te robó algo de adentro que tenías, que antes podías conquistar, pero ahora creés que nadie te va a querer? ¿Quién te robó tu ser? ¿Quién te robó tu esencia? ¿Quién te robó tu singularidad? ¿Quién te robó el quererte y amarte a vos mismo,  o a vos misma? Hay algo que tenés que ir a arrebatar.
Voy a arrebatar lo que el enemigo me robó. Yo decreto que hoy entro en el terreno, defiendo con autoridad lo que me pertenece y no permito que nadie más me robe nada. No negocio nunca más con el enemigo, porque lo que Dios me dio, a mi me pertenece y hoy lo arrebato nuevamente